Todos los países están vinculados a estereotipos de los que es casi imposible librarse. Pese a que no todos son ciertos y provienen del desconocimiento acerca de dicha cultura, muchos esconden algo de verdad.
De la misma manera que los españoles nos sorprendemos de la forma de ser de los ciudadanos de los países del norte, tan diferentes a nosotros en muchos aspectos sociales, lo mismo ocurre cuando ellos tratan con nosotros.
Por lo general, en el extranjero se nos conoce por ser alegres, sociales, muy abiertos y charlatanes. Aunque gran parte de las cualidades que se nos atribuyen gustan fuera de nuestras fronteras, hay otras que, cuanto menos, asombran a los extranjeros cuando nos visitan y les llegan a incomodar o enfadar.
En la mayoría de los casos, se trata únicamente de diferencias que no tienen por qué ser negativas, pero que suponen un choque cultural para los que no están familiarizados con nuestra manera de ser y de vivir.
Las horas de comer y cenar
Cuando has salido fuera de España habrás podido comprobar que pasada cierta hora no hay ningún restaurante abierto para comer o cenar.
Lo mismo ocurre cuando los turistas internacionales llegan a nuestro país y se quedan sorprendidos con que las concinas sigan abiertas a las 15:00 para la comida o incluso a las 23:00 para la cena.
Aunque hay restaurantes que adaptan su servicio de comida a los horarios de los turistas, en muchos casos los extranjeros se llevan un chasco cuando después de patear calles y museos llegan al restaurante «demasiado pronto» y les comunican que la cocina aún no ha abierto.
Largas sobremesas y ritmo general lento
El disfrute de quedarse durante horas a la mesa después de comer, aprovechando el momento para tratar todos los temas habidos y por haber es algo que no encontrarás en otros países.
Si la sobremesa se hace en un restaurante, el tiempo de disfrute de la mesa es más largo si se tiene en cuenta que el ritmo del servicio no es tan acelerado como al que pueden estar acostumbrados los visitantes de otros países, algo que también puede sacarles un poco de quicio.
La siesta
La siesta es sin duda uno de los términos y conceptos más ligados a España. Pero hay que reconocer que esta práctica se da en muchas regiones del mundo donde las temperaturas pueden ser muy elevadas al mediodía.
El fenómeno de tirarse en el sillón después de comer es tan habitual en España que hasta existen ordenanzas municipales sobre ruidos que indican que «en periodo estival el horario comprendido entre las 15:00 p.m. y las 17:00 p.m. horas, será considerado, a efectos de emisión de ruidos, como horario nocturno». Esa franja que va desde la hora más tardía de la comida hasta las primeras horas de la tarde suele ser bastante respetada, aunque no la entiendan los turistas.
La jornada laboral partida con 2 horas para comer
Aunque los extranjeros culpen a la siesta, la jornada laboral partida es un sello español que no encontrarás si trabajas fuera del territorio nacional y que no tiene tanto que ver con echar una cabezadita como con las habituales largas pausas para comer que hacen que los españoles salgan más tarde de trabajar que el resto de europeos.
Esta pausa no es muy aplaudida por los visitantes que no se toman muy bien que algunos establecimientos o servicios cierren al mediodía y trastoquen sus planes.
La impuntualidad
Aunque no se haga con mala intención, el hecho de llegar 5 minutos tarde puede suponer para otras personas una falta grave de respeto.
Nuestra cultura y nuestro estilo de vida más relajado hace que, en líneas generales, no le demos al tiempo la importancia que otros países le dan, lo que puede enfadar al turista extranjero que llega puntual a su free tour y ve que tiene que esperar a otros miembros del grupo.
Somos ruidosos por naturaleza
Sin duda, este es uno de los grandes clásicos cuando de estereotipos españoles se habla. Es cierto, no somos especialmente silenciosos.
Los españoles hablamos más alto que los ciudadanos de otros países –a veces incluso a gritos– y eso se nota claramente en bares y restaurantes cuando no hay que hacer ningún esfuerzo por enterarse de la conversación de la mesa de al lado.
Topless o nudismo
Aunque la mayoría de países europeos estén muy modernizados, muchos siguen viendo con malos ojos hacer topless o practicar el nudismo en la playa –pese a que es algo normalizado en otros lugares como las saunas–.
Los besos como saludo
Una de las costumbres más sorprendentes para muchos extranjeros que visitan España es darse dos besos para saludarse o despedirse pese a no tener una relación cercana o ni siquiera conocerse de antes.
Para muchas culturas puede resultar incluso violento, al igual que tocar inocentemente el brazo de alguien durante una amena conversación. Lo que para nosotros puede ser normal, para otros es una invasión del espacio personal que provoca rechazo.