¿Cuánto vale realmente la IA? Este inversor ha mirado al pasado para encontrar la respuesta

¿Cuánto vale realmente la IA? Este inversor ha mirado al pasado para encontrar la respuesta

La opinión generalizada en torno a la inteligencia artificial es que el poder y las oportunidades que ofrece no tienen precedentes y parecen ilimitados. Y, sin embargo, algunos inversores que han apostado por empresas situadas en el corazón de la infraestructura de la IA se preguntan con inquietud cuándo comenzará a dar sus frutos ese inmenso potencial. Inversores y expertos observan con cierta regularidad lo que pasó en otras transiciones tecnológicas y descubren historias que invitan a la reflexión.

Al parecer, el director ejecutivo de NvidiaJensen Huang, se muestra paranoico ante la idea de estar siguiendo los pasos de Cisco, una compañía que se adelantó al boom de las puntocom y que sufrió una enorme caída. Intel, por su parte, podría estarse quedando por el camino tras haberse quedado al margen de demasiados cambios tecnológicos.

En su búsqueda de la organización que acabará situándose como la ganadora de la inteligencia artificial, el CEO de la plataforma de inversión Fundrise, Ben Miller, comenzó a documentarse sobre lo que ha ocurrido en el pasado.

«Todo el mundo habla constantemente de las olas«, explica Miller en una entrevista con Business Insider. «Y yo me preguntaba, ¿coinciden los datos financieros con esas olas?».

Este analista cuenta que reunió a un equipo reducido de expertos y se dispuso a determinar el posible valor de la IA. Tras meses de análisis, descubrió que la inteligencia artificial generativa en realidad no es tan inédita como puede parecer cuando se mantiene una conversación con Claude, el chatbot de Anthropic, o cuando se genera un pódcast a partir de un documento en cuestión de unos minutos con NotebookLM. De hecho, la ola de la IA se parece mucho más a otras olas tecnológicas del pasado de lo que sus capacidades revolucionarias podrían dar a entender.

El modelo de Fundrise, un sistema financiero diseñado por seres humanos, no por una inteligencia artificial, recopiló más de 40 años de datos procedentes de 250 empresas tecnológicas con al menos 1.000 millones de dólares —unos 900 millones de euros— de capitalización bursátil (desde Adobe y Amazon hasta Yelp). También se incluyeron los datos de grandes potencias de la IA, como Nvidia, AMD, Meta o Microsoft.

A continuación, los ingresos de estas compañías se desglosaron por cada una de las últimas olas tecnológicas —PC (u «ordenador personal»), llegada de internet, del teléfono móvil y de la computación en la nube— y por la parte de la estructura tecnológica que representan entre aplicaciones, hardware y plataformas.

«Por ejemplo, Microsoft fue uno de los principales participantes en los mercados de plataformas y aplicaciones para PC en la década de 1990, así como en los actuales mercados de plataformas y aplicaciones en la nube», han asegurado los analistas. «Aplicamos su desglose de ingresos entre plataforma y aplicación, y asignamos esos porcentajes de su capitalización de mercado a las olas y las capas tecnológicas específicas».

El equipo evaluó el impacto en la capitalización bursátil total de cada ola en comparación con la anterior y, en cada ocasión, la ola triplicó aproximadamente el tamaño de la anterior. La llegada de internet generó 3,5 veces más valor que la ola del ordenador personal. La llegada del teléfono móvil generó 3,4 veces más valor que la era de internet. La computación en la nube generó tres veces más valor que la llegada del móvil.

Esta teoría de «la regla de tres» de Fundrise sitúa el posible valor de la ola de la inteligencia artificial en torno a los 20 billones de dólares (18,2 billones de euros).

«Lo sorprendente es que las tasas de crecimiento son bastante constantes», explica Miller, CEO de Fundrise, a Business Insider.

¿Quién se queda con los 20 billones de dólares?

Resulta algo más complicado saber exactamente qué organizaciones se acabarán llevando la mayor parte del pastel.

Las empresas de hardware suelen ser los niños más hambrientos del cumpleaños y se llevan los trozos de la tarta que se reparten antes, pero, cuando los analistas de Fundrise desglosaron el retorno de la inversión de las compañías que estaban siendo estudiadas en cada ola y el lugar que ocupaban en la estructura tecnológica, se dieron cuenta de que la capa de aplicaciones que se sitúa en la parte superior casi siempre se lleva la mayor parte.

Amazon, por ejemplo, se clasificaría en de la capa de aplicaciones de la estructura tecnológica de internet, Instagram en la cima de la estructura de los móviles y Salesforce en la cima de la estructura de la nube.

Al final, los actores más cercanos al consumidor son los que más se benefician de cada nueva ola tecnológica. Por eso, tal y como explica el CEO de la plataforma de inversión Fundrise, el momento en el que se encuentra la inteligencia artificial es tan incierto.

En declaraciones a Business Insider, Miller compara la ola de la IA con la ola de la telefonía móvil en torno al 2009, cuando todavía existían pocas aplicaciones para el iPhone. El experto inversor argumenta que sería imprudente asumir que el retorno de la inversión en inteligencia artificial no está llegando porque todavía no se ha hecho notar.

«El retraso es superconsistente», expresa el analista.

Las acciones de Nvidia también son consistentes. Fundrise calcula que la capitalización de mercado del fabricante de microchips para el año 2030 será de alrededor de 3,6 billones de euros y, mirando hacia atrás, ha determinado que la participación total de Nvidia en el auge de la IA también valoraría toda la ola en 20 billones de dólares.

La Historia invita a ser prudentes

Habrá que esperar alrededor de una década para saber si el equipo de Miller ha acertado, pero esta plataforma de inversión no es la única voz experta que ha hablado de 20 billones.

Los analistas de la firma de investigación IDC emprendieron una misión similar, pero con un enfoque muy diferente. Utilizaron un modelo de input-output, incorporando datos tanto de la cadena de suministro como del lado del usuario final de la inteligencia artificial a través de diferentes zonas geográficas.

Integraron esos datos en un único multiplicador: una cantidad multiplicada por cada euro gastado en desarrollar IA para calcular la aportación económica total. El método era diferente y la cifra a la que aspiraban era más amplia que la capitalización total del mercado, pero llegaron a la misma conclusión: 19,9 billones de dólares de impacto económico global.

El CEO de Fundrise señala que las estimaciones de su equipo eran, en todo caso, conservadoras, puesto que uno de los principales elementos multiplicadores depende de la potencia de cálculo que Nvidia y su feroz competencia sean capaces de generar.

«Nvidia o las GPU están produciendo más computación más rápida que la ley de Moore«, asegura Miller. «Así que la cuestión es si la computación es el principal motor subyacente de la actividad económica, del crecimiento económico, de la oportunidad económica… entonces existe un argumento de que en realidad es todavía mayor».