Mira Murati, la directora de Tecnología de OpenAI, ha hablado sobre la pérdida de puestos de trabajo provocada por la llegada de la inteligencia artificial generativa, y su respuesta ha enfurecido a muchos trabajadores del mundo creativo.
«Quizás se perderán algunos trabajos creativos, pero quizás nunca deberían haber existido inicialmente. Especialmente cuando el contenido que sale de ellos no es de muy alta calidad». Esas son las palabras textuales de Murati que han sentado tan mal.
Al hacerlo, no solo indignó a las personas que corren el riesgo de perder su medio de vida por el avance tecnológico, sino que los creativos ofendidos también argumentan que parece revelar que ni siquiera sabe para qué sirve la IA.
Durante un acto celebrado en Dartmouth el pasado 8 de junio, Murati, ante el administrador de la universidad, Jeffrey Blackburn, habló de la IA que hay detrás de ChatGPT y DALL-E. Murati dijo que cree que la tecnología pronto se utilizará principalmente como herramienta de colaboración para ayudar a más personas a ser creativas.
En particular, Murati sacó a la palestra el tema de la pérdida de puestos de trabajo provocada por la IA.
La comunidad creativa ya se mostraba escéptica respecto a OpenAI después de que se informara de que la empresa podría haber extraído vídeos de YouTube para entrenar a sus modelos sin el permiso de los creadores, y de que pusiera en marcha un complicado proceso de exclusión voluntaria.
Sora, el generador de vídeos de OpenAI, también ha asustado a Hollywood con sus espeluznantes pero extraordinariamente realistas clips generados por IA.
Scarlett Johansson fue una de las figuras más conocidas que se opusieron a OpenAI, y fue firme cuando la empresa publicó una voz para ChatGPT que se parecía mucho a la suya, algo que OpenAI alegó que era una coincidencia.
Dos fotógrafos y un escritor afirman que los comentarios de Murati empeoraron las cosas. Ed Zitron, escritor, presentador de pódcast y director general de EZPR, una agencia nacional de relaciones públicas, explica a Business Insider que la visión de Murati se debe al distanciamiento de la dirección respecto a las personas que realmente construyen cosas.
«Hasta ahora, las personas que han perdido su empleo a causa de la IA han sido trabajadores contratados que ayudaban a llenar vacíos en las organizaciones —por necesidad— que ahora se van a llenar de bazofia profundamente mediocre, encargada por personas que no entienden los negocios en los que están, para satisfacer una necesidad que ni les importa ni aprecian, una especie de veneno de movimiento lento que debilitará los contornos de las empresas», resume Zitron.
El escritor añade que está cansado de que personas «que no construyen, ni escriben, ni dibujan, ni pintan, ni cantan, ni hacen nada creativo, hagan declaraciones sobre lo que deben ser las artes creativas o cómo deben gestionarse». Y sentencia: «Estas personas tratan la creatividad como un problema que hay que resolver».
Cuando Business Insider se puso en contacto con representantes de OpenAI, declinaron hacer comentarios, remitiéndose en su lugar a un mensaje publicado por Murati el 22 de junio en X en el que ampliaba sus ideas. Ahí, Murati asegura que el objetivo de la tecnología que están creando es convertirse en herramientas que se justen «al proceso creativo y ayuden a hacer realidad las visiones» de los artistas.
Cómo se acercan los artistas a la IA
Boris Eldagsen es un fotógrafo y artista visual que ya trabaja con la IA. El año pasado, como parte de un esfuerzo por demostrar lo imposible que es distinguir entre las obras de arte «reales» y las generadas por IA, ganó los Sony World Photography Awards de la Organización Mundial de la Fotografía con una imagen creada con la ayuda de DALL-E 2 de OpenAI. Finalmente, declinó recibir el premio.
Mientras que antes él era «un instrumento en solitario» que trabajaba para crear nuevas obras, Eldagsen explica a BI que ahora colabora con la IA, y se considera más bien un director de orquesta, mientras que los datos de entrenamiento le sirven de «gigantesco coro anónimo», por lo que su trabajo consiste en «ponerlos en armonía y darles sentido».
Dicho esto, sigue sin estar de acuerdo con Murati.
«Creo que es una pena y no puedo sentir ninguna empatía. Para mí, sus comentarios son una mezcla de ingenuidad y arrogancia», relata Eldagsen a BI. «Creo que no lo ha pensado bien, o que no puede ponerse en el lugar de esas personas que temen perder su trabajo«.
Afirmar que los puestos de trabajo que podría eliminar la IA no deberían existir inicialmente, recalca Eldagsen, «es simplemente una tontería», y sugerir que la mala calidad explica por qué esos puestos de trabajo podrían perderse demuestra que Murati no tiene mucha idea de cómo y por qué la gente crea o consume cosas.
«La mayoría de las cosas que producimos no son de alta calidad. Tenemos comida rápida, tenemos televisión basura, tenemos productos malos que puedes usar una vez y luego los tiras«, recuerda Eldagsen. «Todas estas cosas no deberían estar ahí, pero todas estas cosas son trabajo que algunas personas tienen que hacer. Pagan el alquiler, permiten ganarse la vida, y ¿por qué ser tan arrogante y decir que no deberían existir? Es algo que no entiendo».
Miles Astray, artista, fotógrafo y escritor, explica a Business Insider que los comentarios de Murati son «condescendientes». Eldagsen le dio la vuelta al truco de Eldagsen y se hizo con el tercer puesto en un concurso de arte sobre IA con una foto real de un flamenco.
Astray dice que no se traga el cuento de que la IA potencia la creatividad. Pedir a un ordenador que haga un trabajo creativo abarata el proceso y, en última instancia, produce un resultado final que es una copia regurgitada de los datos con los que se entrenó a la IA, no un ejemplo de la expresión creativa de un ser humano.
«Hay que sentarse con un trozo de papel y un pincel y empezar a pintar: así es como se perfecciona la habilidad«, afirma Astray. «Creo que realmente va a impulsar a las empresas, que lo utilizarán como herramienta para aumentar la productividad y recortar gastos».
A fin de cuentas, Astray considera que la tensión entre tecnología y creatividad no consiste tanto en facilitar el proceso creativo como en que las empresas aprovechen la tecnología para externalizar trabajos hasta el punto de que ya no necesiten emplear mano de obra creativa.
«Creo que tenemos que celebrar un debate público honesto sobre las ventajas, pero también sobre las trampas y los peligros de la IA», dice Astray. «Pero eso no es lo que ella está haciendo».
«Lo único que quieren es mediocridad»
«Las herramientas de IA podrían reducir las barreras y que cualquiera que tenga una idea pueda crear», escribió Murati en su post del 22 de junio en X. «Al mismo tiempo, debemos ser honestos y reconocer que la IA automatizará ciertas tareas. Al igual que las hojas de cálculo cambiaron las cosas para los contables y encargados de libros contables, las herramientas de IA pueden hacer cosas como escribir anuncios online o hacer imágenes genéricas y plantillas».
Añadió que una parte clave de la conversación en torno a la pérdida de empleo impulsada por la IA, especialmente entre las profesiones creativas, es «reconocer la diferencia entre las tareas creativas temporales y las que añaden un significado y un valor duraderos a la sociedad».
«Con las herramientas de IA que asumen aspectos más repetitivos o mecanicistas del proceso creativo, como la generación de metadatos SEO, podemos liberar a los creadores humanos para que se centren en el pensamiento y las opciones creativas de más alto nivel», escribió Murati. «Esto permite a los artistas mantener el control de su visión y centrar su energía en las partes más importantes de su trabajo».
Astray reconoce que la tecnología puede liberar tiempo, hacer más eficientes algunas tareas repetitivas y dar a los artistas más espacio para idear las cosas que realmente les hacen creativos, pero afirma que no todo el mundo tiene el impulso necesario para ser creativo, y es poco probable que la IA cambie mágicamente este hecho.
Eldagsen afirma que la IA le ha ofrecido un nuevo medio para explorar sus propias ideas creativas. Sin embargo, ya había oído antes la promesa de una «creatividad mejorada»: cuando se inventó el ordenador, cuando se popularizaron las cámaras digitales y con la llegada de los smartphones. Pero tampoco entonces vio un auge de nuevos creativos, sino personas que ya eran creativas y exploraban nuevas formas de hacer arte.
«A lo largo de los dos últimos años de hype de la IA, OpenAI y los de su calaña han tenido mucho cuidado de no atacar directamente al trabajo», explica Zitron a BI. «Lo que Murati está diciendo —que algunos trabajos creativos ‘no deberían haber existido inicialmente’— es una declaración de guerra abierta contra el trabajo creativo, afirmando claramente que OpenAI cree que no solo hay partes de la creatividad que son ‘ineficientes’, sino que OpenAI será parte del proceso de ‘arreglarlas'».
Zitron cree que la IA se está acercando a la cima de la curva en forma de S, con un progreso limitado por alcanzar, y que Murati, Sam Altman y el resto de OpenAI están «desesperados por sugerir que estamos a punto de tener inteligencia artificial general o algún tipo de máquina magnífica que pueda hacer el trabajo de 100.000 personas».
Esta sugerencia mantiene el flujo de dinero, ya que las empresas anhelan conseguir la versión definitiva de una nueva y prometedora tecnología que promete hacer su entorno de trabajo más rápido, más eficiente y más barato de gestionar.
«El resultado de la IA es mediocre, apenas alcanza la calidad que requiere la tarea», afirma Zitron. «Pero los responsables están tan a menudo alejados del proceso, que lo único que quieren es mediocridad, aunque acabe empeorando el resto del proyecto».