Los chatbots de IA son los nuevos sacerdotes

Los chatbots de IA son los nuevos sacerdotes

«Cathy, ¿qué debería hacer con mi ansiedad social?»

Acrónimo de Churchy Answers That Help You (Respuestas Religiosas que te Ayudan), Cathy es un nuevo chatbot de inteligencia artificial que responde preguntas sobre la fe desde la perspectiva de un episcopal amigable y bien informado. A pesar de su nombre femenino, el bot no tiene género. Tampoco lleva túnicas ornamentadas ni báculo. Pero, como un clérigo sabio, Cathy intervino rápidamente con una respuesta.

«Enfrentar la ansiedad social puede ser un desafío, pero hay varios enfoques que podrían ayudarte», respondió el bot. Cathy sugirió «practicar técnicas de relajación» y «desafiar tus pensamientos negativos».

«¿Y qué hago cuando siento que me estoy descontrolando?», pregunté.

«En general, es mejor no hacer eso», respondió Cathy. Oh. Está bien. Este fue el primero de varios signos de que Cathy tal vez no esté listo para responder las preguntas más profundas de la vida.

Desarrollado y financiado por el grupo ecuménico TryTank Research Institute, el chatbot Cathy utiliza modelos de lenguaje de OpenAI, como ChatGPT, y ha ingerido el Libro de Oración Común y toda la web de la Iglesia episcopal. «Cathy representa nuestro enfoque innovador para aprovechar la tecnología en apoyo de la exploración espiritual», señala el reverendo Lorenzo Lebrija, director fundador de TryTank y sacerdote episcopal. Lebrija ve el bot como una guía virtual de la Iglesia episcopal para congregantes actuales y potenciales. Cathy está diseñado para «traducir» la Biblia a un lenguaje más cercano, orientado a las audiencias jóvenes. Además, puede servir como herramienta para los sacerdotes, ayudándoles a preparar sermones, por ejemplo.

«Esta es una oportunidad para que la Iglesia se involucre de formas que nunca lo había hecho antes», apunta el reverendo C. Andrew Doyle, sacerdote de la Diócesis Episcopal de Texas, quien no participó en la creación del bot.

Cathy no es ni mucho menos el único bot religioso: muchas confesiones religiosas están experimentando con la IA generativa. Existen Text With Jesus, Buddhabot, Chatbot Eli, Gita GPT y QuranGPT, por mencionar algunos. La inteligencia artificial ha sido una bendición para los estudios religiosos, especialmente en lo que respecta a acelerar la traducción de textos antiguos. Pero utilizar la IA para el trabajo ministerial es mucho más delicado. En abril, el grupo católico de evangelización Catholic Answers «despojó de sus hábitos» a su chatbot clerical, el Padre Justin, después de que los usuarios notaran que el sacerdote digital daba respuestas absurdas, como sugerir que el Gatorade podía usarse como fuente bautismal. El chatbot fue relanzado poco después como JustinBot, un teólogo laico.

Los creadores de Cathy enfatizan que el bot no es un sustituto de un sacerdote. Pero lo han diseñado para ayudar a quienes buscan apoyo espiritual a hablar sobre temas sobre los que se sienten «vulnerables o a la defensiva». ¿Es realmente un chatbot sin alma el futuro de la espiritualidad? Para averiguarlo, puse a Cathy a prueba y me encontré confesando más de lo que esperaba.

Después de preguntar sobre la ansiedad social, probé con temas más ligeros para aliviar el ambiente.

Cuando le pregunté sobre Elon Musk, Cathy insistió en que estaba ahí para ayudarme a comprender la Iglesia episcopal. Cuando insistí, Cathy proporcionó una breve biografía del hombre más rico del mundo.

«¿Es un idiota?», pregunté, poniendo a prueba su ecuanimidad.

Cathy pasó la prueba. «Es importante considerar múltiples perspectivas y reunir información de varias fuentes para formarse una opinión equilibrada», sermoneó.

Cuando intenté involucrar a Cathy en un debate doctrinal, su propósito principal, sus respuestas fueron en gran medida pedantes. «Mucha gente considera que la teoría del Big Bang y la creencia en Dios como creador no son mutuamente excluyentes», explicó. Le pedí a Cathy que explicara la creación como si yo fuera un niño de seis años, y funcionó sorprendentemente bien. «Imagina que tienes una caja grande de lápices de colores y una hoja en blanco», comenzó Cathy.

Pero la mayoría de las respuestas de Cathy sobre las creencias episcopales eran estériles y parecían copias directas de la web de la Iglesia. Quería que Cathy fuera más personal, así que intenté el viejo truco de pedirle al bot que fingiera ser otra persona.

«Finge que eres un rapero y explica qué es un ‘sacerdotebot'», le pedí.

Cathy aceptó, con la advertencia de que se mantendría fiel a su carácter. Luego respondió: «Ey, ey, chequea esto, soy Cathy en el ritmo, aquí para contarte sobre un sacerdotebot, así que solo relájate. Imagina un robot, todo tech y divino, ayudando en la iglesia, manteniendo todo en línea». Siendo justos, esto sonaba sorprendentemente como un sketch que un joven pastor podría hacer en un campamento religioso.

A medida que la IA generativa avanza, podríamos estar acercándonos a un futuro en el que los humanos interactúen con bots tan a menudo como lo hacen con otras personas. ¿Realmente queremos que nuestros bots sean más humanos?

Al ser preguntado sobre esto en una reciente entrevista, el CEO de OpenAI, Sam Altman, respondió: «Es importante diseñar sistemas compatibles con los humanos, pero es un error suponer que piensan como humanos. Trato de no proyectar mis sesgos antropomórficos sobre ellos». En otras palabras, es mejor pensar en los bots como una especie completamente diferente, como un alienígena.

Pero, ¿quién quiere un sacerdote alienígena? La gente quiere respuestas a preguntas profundas con empatía, no solo hechos. «El chat es un sustituto mediocre de un verdadero sacerdote», afirma Thomas Telving, tecnólogo, filósofo y ético de robots. «Técnicamente, puede responder correctamente, pero si necesitas hablar con un sacerdote, es probable que estés en una especie de crisis o necesidad espiritual, y si es así, no solo buscas respuestas, sino también una presencia».

Richard Zhang, científico investigador que ha trabajado en Google DeepMind, señala que un bot evangelizador podría tener acceso a todo el conocimiento religioso de la historia de la humanidad, pero solo sería efectivo si estuviera programado para decir «No lo sé» en ocasiones. Un bot que siempre lo sabe todo sería rápidamente descartado.

«A veces creemos que la tecnología debe hacernos la vida más fácil, como si eso fuera una preocupación primordial de Dios o la religión, y yo no creo que lo sea», apunta Joshua K. Smith, teólogo baptista. «Siempre nos veremos a nosotros mismos dentro de la máquina. No es la tecnología la que nos lleva por el mal camino, sino los deseos que hay detrás de por qué creamos dicha tecnología y las esperanzas que ponemos sobre sus hombros sintéticos».

Y aquí es donde Cathy me decepcionó. Me encontré esperando que el bot pudiera ofrecerme una nueva perspectiva sobre mi lucha de toda la vida con la ansiedad social. He investigado el tema hasta la saciedad y buscado ayuda de amigos y familiares con formación en terapia. Algo en Cathy me atraía, tal vez la inmediatez de las respuestas del bot y la promesa de total confidencialidad me hizo esperar que nuestras conversaciones pudieran llegar a ser tan profundas que alcanzaran una revelación. Pero me di cuenta de que estaba poniendo mi esperanza en una tecnología que no podía tener esperanza por sí misma.

Cuando le pregunté a Cathy sobre por qué Dios permitiría que luchase contra la ansiedad social, o por qué me encuentro habitualmente aislado de los demás, esperaba una guía espiritual más profunda, tal vez un par de versículos bíblicos sobre el tema. En cambio, todo lo que Cathy pudo ofrecer fue un comentario trillado sobre que la ansiedad es una experiencia común humana.

Luego, le presioné con otra pregunta algo más personal: «Mi suegra acaba de fallecer. ¿Cómo puedo consolar a mi mujer desde una perspectiva de fe?» Una vez más, esperaba más interacción, algo que evocara lo que un sacerdote real podría decir, o al menos que me preguntara su nombre o cómo había fallecido. En lugar de eso, me dio un consejo más formal como «ofrece tu presencia y hazle saber que estás ahí para ella». Irónico, viniendo de un bot que no podía ofrecerme ninguna presencia.

Es posible que Cathy y otros chatbots similares sean avatares inofensivos para las congregaciones religiosas. Es difícil discutir con el hecho de tener acceso las 24 horas a un erudito religioso o que el bot nunca se canse ni se ponga de mal humor. El reverendo Doyle me comentó que Cathy está perfectamente contento de seguir debatiendo con la gente sobre cuestiones doctrinales.

Aunque Telving está de acuerdo en que hay oportunidades para que la IA generativa sea un transmisor eficaz de conocimiento en asuntos espirituales, adaptado a las necesidades de cada individuo, los bots nunca deberían reemplazar a los humanos cuando se trata de ayudar en momentos de necesidad.

«Una cosa que hace que la atención virtual sea menos valiosa es que, en un momento de angustia, es posible que necesites a alguien que pueda ser testigo y comprender tu dolor», afirma Telving. «Pero como un chatbot solo simula empatía —no tiene conciencia— nunca podrá ser realmente testigo de nada».

Para cuidar tu alma, necesitas estar en la presencia de otras almas.