Aunque no es igual de típico en todos los países, la tradición de dar besos bajo el muérdago está cada vez más extendida en Navidad. Otras veces se utilizan acebo u otras plantas navideñas, pero el modus operandi es siempre el mismo. Se coloca una ramita en alto, normalmente en el marco de una puerta, y quienes se besen tendrán buena suerte en el amor. En algunos casos se dice que si alguien se niega a hacerlo no se casará al año siguiente y la mala suerte recaerá sobre su persona. Aquí es importante remarcar que las tradiciones no hay que seguirlas a rajatabla y que para besar a alguien bajo el muérdago o en cualquier otro lugar hace falta su consentimiento. Sin coacciones supersticiosas.
Dicho esto, la historia por la que se dan besos bajo el muérdago es bastante curiosa. Tiene su origen en varias leyendas de distintas culturas y antigüedad, pero también en la realidad biológica de esta planta.
Y es que el muérdago (Viscum album) es una planta hemiparásita, responsable de la formación de plagas en algunos bosques. Esto llamó la atención de los druidas, que observaron que era capaz de florecer en invierno incluso en árboles aparentemente muertos. Aquella singular observación convirtió a la planta en símbolo de la fertilidad y, de ahí a la tradición de dar besos bajo el muérdago, solo hicieron falta unas pocas leyendas más.
¿Por qué es una planta hemiparásita?
El muérdago se considera una planta hemiparásita porque en realidad produce clorofila y, por lo tanto, puede llevar a cabo la fotosíntesis. Pero no lo suficiente para sobrevivir mucho tiempo. Por eso, mientras que en sus hojas se lleva a cabo la fotosíntesis, sus raíces absorben la savia de los árboles a los que parasita. De cualquier modo, no suele secarlos del todo, pues eso también supondría su propia muerte.
En cuanto a su reproducción, es posible gracias a los pájaros, que llevan las semillas de un árbol a otro.
Lo que vieron los druidas
El muérdago florece y da fruto en invierno. Por eso llamó tanto la atención de los druidas. En una época en la que muchos árboles perdían sus hojas, esta planta que aparecía en todo su esplendor en los árboles moribundos les pareció un gran ejemplo de fertilidad. El problema es que los árboles estaban moribundos justamente por culpa de la planta. Pero eso parecía tener poca relevancia.
Por otro lado, los druidas también consideraban que el muérdago podía ahuyentar a los malos espíritus, de modo que colgaban ramilletes en los marcos de sus puertas.
Ellos no fueron los responsables de la tradición de dar besos bajo el muérdago. Sus ritos eran bastante más truculentos, ya que realizaban sacrificios bajo los robles parasitados con muérdago y, después, daban de beber su jugo a los animales infértiles. La tradición navideña surgió en Inglaterra, en el siglo XVIII, aunque aún debemos dar un paso más antes de llegar hasta ella.
De los dioses nórdicos a los besos bajo el muérdago
En la mitología nórdica el muérdago se consideraba también un símbolo de amor y paz. Esta creencia procedía del mito de la diosa Frigg y sus hijos, Baldr y Loki. El primero era un ser bondadoso. Todo lo contrario del segundo, quien además se la tenía jurada a su hermano.
La madre de ambos era consciente, así que reunió a todos los animales, plantas, dioses, humanos y elementos del cielo para firmar un juramento de protección a su hijo. Sin embargo, el muérdago escapó del juramento, pues no era exactamente una planta. Al menos no lo parecía, ya que crecía en las copas de los árboles en vez de en el suelo.
Loki se aprovechó de esa laguna para crear una flecha de muérdago y, con ella, matar a su hermano. La leyenda dice que Frigg lloró tanto que la rama con la que se había hecho la flecha brotó, surgiendo una nueva planta y resucitando a Baldr. Esta segunda oportunidad convirtió al muérdago en ese símbolo de paz y amor con el que convivieron otras culturas.
Y ya en el siglo XVIII, con la celebración de la Navidad en Inglaterra, se hizo una mezcolanza de todos los mitos. Para los druidas el muérdago significaba fertilidad y para los nórdicos amor. Los primeros, además, colgaban ramilletes en sus puertas. Esos ramilletes eran muy bonitos y podían servir como decoración navideña. Sobre todo porque esta es una fiesta que se celebra en invierno, cuando esta planta está en pleno esplendor. Todo cuadraba para desarrollar la tradición de los besos bajo el muérdago y la prosperidad de las parejas.
Nunca lo recojas del campo
Más allá de la tradición de dar besos bajo el muérdago, esta planta también ha formado parte durante mucho tiempo del compendio de remedios de la medicina tradicional de muchos países. Se le confieren todo tipo de propiedades sanadoras. Y lo cierto es que parece que las tiene. Sobre todo se ha descubierto que contiene sustancias anticancerígenas. No obstante, estas sustancias deben aislarse del resto y utilizarse (de momento en investigación) a las dosis adecuadas. Ingerir el muérdago directamente es muy tóxico. Por eso está totalmente prohibido recogerlo del campo y, en algunos lugares, se imponen multas muy cuantiosas.
Se hace para preservar la salud humana y, por supuesto, la de la propia planta. Ocurre algo similar a lo que pasa con el musgo. Si todos saliéramos a recoger musgo para nuestros belenes, dañaríamos mucho los ecosistemas. Dejemos cada elemento natural en su lugar. Hoy en día tenemos reproducciones artificiales que, al menos como decoración, no tienen nada que envidiar a las de verdad.